Podría pensarse que en una sociedad que, después de Brasil, es la más desigual de América Latina, las personas privilegiadas -que son, obviamente, pocas- reciben un trato mejor que quienes están en la base de la pirámide social. Así que, con el tema de los secuestrados y prisioneros de guerra, parecería que los soldados rasos serían tratados con indiferencia total y absoluta. El gobierno, los generales, sus líderes, no habrían de mover un dedo para sacarlos de su encierro. Por otro lado, a las "personas importantes" (aunque en mi opinión un soldado raso es mil veces más importante que un general, puesto que aquel es quien arriesga la vida para que éste pueda irse al Club de Oficiales a comer, o como agregado militar a Seul) se les trataría con más cuidado: se haría hasta lo imposible por negociar su libertad. En caso de ser cierta la famosa frase "no negociamos con terroristas", frase que parece ser falsa dado que un número importante de congresistas al parecer negociaba con los paramilitares, se intentará seguramente un rescate militar. Aunque conociendo como se conocen las instituciones de este país, ya sean militares o civiles, parece que no rescatarlos es, de lejos, el mejor tratamiento que se les puede hacer. Mi escrito anterior (que realmente es muy viejo pero viene al caso) puede explicar por qué. A eso podemos sumarle las muertes de varios secuestrados. No sólo la de los diputados, reciente y dolorosa, sino la de muchos otros, comenzando por la mismísima Diana Turbay, la primera de quien hubo pruebas contundentes de haber muerto bajo el fuego cruzado, por una bala de un arma de uso privativo de las fuerzas armadas. ¿Las FARC? Por supuesto, son asesinos, son secuestradores, son los directos responsables. Pero, a diferencia de lo que están diciendo todos los diarios (es decir, solo EL TIEMPO; ya que solo tenemos un diario en todo el país) el gobierno sí tiene una gran responsabilidad: no tener una política clara sobre intercambio humanitario, ni tener unas fuerzas armadas eficientes. Comenzando porque los pasados rescates han sido un fracaso, cuando no se salva el secuestrado por pura chepa, como en el caso del canciller Araujo. ¿Cómo es posible que luego de cincuenta años de guerra nuestras Fuerzas Armadas no sean capaces de organizar ni un sólo rescate efectivo? Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero las fuerzas isrraelíes rescataron un grupo de isrraelíes secuestrados por palestinos sólo con tres bajas hace casi treinta y un años. !En un país extranjero, en un aeropuerto (Entebbe) al lado de una base militar! Y era un ejército creado hacía tan sólo veinte años, así que la experiencia no es una excusa.
Pienso que el problema radica en que la vida de los colombianos no vale nada, aun para los mismos colombianos. Valgo sólo en la medida en que tengo poder, dinero, o un arma para defenderme. Cuando soy secuestrado, pierdo aquello que me hace valioso ante los demás: no tengo dinero, ni poder, ni influencias, soy solo una persona atada a una cadena, entre alambre de púas. Por ello no importa si soy Ingrid Betancourt, o Araujo, o un soldado desconocido, mi vida no vale nada. Ni para los secuestradores, pues si tuvieran conciencia no harían tan atroz acto, ni para los que se suponen deben liberarme, de lo contrario harían todo lo posible por lograrlo.
Y todo lo posible no es llegar a un campamento guerrillero echando plomo con helicópteros que anuncian la presencia de un "comando" horas y kilómetros antes de realizar el verdadero rescate. La desidia y la desprotección no se muestra sólo dejando abandonada una región en la mitad de la selva. Se ve en la manera en la que las autoridades no hacen absolutamente nada para proteger a sus ciudadanos, en la manera en que no les importa que se roben una cartera en la calle, en la manera en que sus soldados y políticos hacen tratos con asesinos para ser elegidos para refundar (¿o refundir?) la patria con dineros del narcotráfico, en la manera como los soldados entran a un Palacio de Justicia, tomado por guerrilleros, con tanques de guerra que ponen en riesgo la vida de las personas que supuestamente van a defender. Ser pues, secuestrado, es pertenecer al peor estrato: el de la desgracia, el de los idiotas útiles para uno u otro bando; es empezar a ser una ficha para un par de jugadores ciegos, y dejar de ser humano.
Pienso que el problema radica en que la vida de los colombianos no vale nada, aun para los mismos colombianos. Valgo sólo en la medida en que tengo poder, dinero, o un arma para defenderme. Cuando soy secuestrado, pierdo aquello que me hace valioso ante los demás: no tengo dinero, ni poder, ni influencias, soy solo una persona atada a una cadena, entre alambre de púas. Por ello no importa si soy Ingrid Betancourt, o Araujo, o un soldado desconocido, mi vida no vale nada. Ni para los secuestradores, pues si tuvieran conciencia no harían tan atroz acto, ni para los que se suponen deben liberarme, de lo contrario harían todo lo posible por lograrlo.
Y todo lo posible no es llegar a un campamento guerrillero echando plomo con helicópteros que anuncian la presencia de un "comando" horas y kilómetros antes de realizar el verdadero rescate. La desidia y la desprotección no se muestra sólo dejando abandonada una región en la mitad de la selva. Se ve en la manera en la que las autoridades no hacen absolutamente nada para proteger a sus ciudadanos, en la manera en que no les importa que se roben una cartera en la calle, en la manera en que sus soldados y políticos hacen tratos con asesinos para ser elegidos para refundar (¿o refundir?) la patria con dineros del narcotráfico, en la manera como los soldados entran a un Palacio de Justicia, tomado por guerrilleros, con tanques de guerra que ponen en riesgo la vida de las personas que supuestamente van a defender. Ser pues, secuestrado, es pertenecer al peor estrato: el de la desgracia, el de los idiotas útiles para uno u otro bando; es empezar a ser una ficha para un par de jugadores ciegos, y dejar de ser humano.
3 comentarios:
pues solo puedo decir ke tienes toda la razón, de lado y lado son culpables, pero nosotros somos culpables de comer callados... el conformismo y la falta de acción son otro gran pecado nuestro
Bueno, aquí en plena Edad Media, el que no tenga ejército privado está en la olla. Ya sabe.
nome que de mas na da que decir que tienes tode la razon que vivimos un en un pais donde las personas no se hasen valer no le echemos la culpa de lo que esta pasando al presidente al ministro de defensa alos gobernadores alos ofisiales los culpables aqui somos nosotro que los elejimos con nuestro votos y reeeeelejimos cada 4 años
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