sábado, mayo 29, 2021

El movimiento social y la violencia

 Ayer vi un video en donde un hombre acaba de matar a otro. La grabación muestra un cuerpo en el suelo, desangrándose con un disparo en la cabeza, mientras algunos jóvenes tratan de desarmar al asesino. En su rostro, prieto como el de otros manifestantes, se percibe un poco de soberbia. En un instante una turba corre hacia él y su mirada altiva se transforma en expresión de espanto. No hay arma que pueda contra la furia de una marea de personas. Corre, y en su huida dispara de nuevo, alcanzando a otro joven. Luego veo las atroces escenas de su linchamiento. El cuerpo destrozado descansa sobre unos escalones y ocasionalmente le arrojan piedras y lo patean.

Freddy Bermúdez resultó ser un agente de la fiscalía en descanso. Juan Pablo Cabrera un niño de 18 años y Luis Eduardo López, de 26, el portero del Teatro Municipal de Cali, el lugar donde la orquesta sinfónica que toca en la manifestación ensaya habitualmente las piezas de Bach y Mozart. ¿Qué pasó? Imagino que Bermúdez llegó allí en su moto, quizás con el arma visible;  Juan Pablo trata de detenerlo, el agente le dispara. Luego todo se desmadra.

Si yo hubiese estado allí, en primera línea, habría pensado que Bermúdez pertenece al grupo de "personas de bien" que han salido con camisetas blancas a disparar indiscriminadamente; es difícil no recordar otros videos donde se ven atacando barricadas mientras se refugian entre agentes de policía. Quizás, aunque me cuesta creerlo, Bermúdez solo pasaba por allí y lo detuvieron. Si hubiese videos y noticias de agentes del Estado arrestando y juzgando con fuerza a los Camisas Blancas quizás los manifestantes no habrían temido a Bermúdez, le habría bastado identificarse como fiscal. Pero esta barbarie solo es prueba de que no confiamos en las instituciones que deberían protegernos, y que la "gente de bien", que no ha sufrido lo que sufre la mayoría de la población, no considera legítimas las exigencias de un paro nunca antes visto en este país adormecido.

Años de violencia institucional, de desconexión de la clase favorecida con la vida de millones de personas sin agua, luz, calles, educación, trabajo y justicia, hacen de este paro un diálogo de sordos que podría conducir a una violencia peor. Queremos fuerzas del orden en las que todos, manifestantes y no manifestantes, podamos confiar. No queremos que los policías sean lapidados tanto como no queremos que la policía desfogue su rabia, producto de una carrera militarizada corrupta y de décadas de adoctrinamiento para percibir la exigencia de sustento como terrorismo, contra gente que no puede comer tres veces al día. No queremos la paz de los sepulcros, que es lo que parece pedir una minoría cómoda con dinero y poder, sino la paz que viene del bienestar social: de un mínimo vital de vivienda, comida, salud, educación y justicia.

domingo, marzo 22, 2020

Después de la pandemia

En 1348 la Peste Negra atacó Europa. No había ciencia moderna, aún, de manera que no se acusó a ningún gobierno de fabricar el patógeno que mató a casi 60 de cada 100 europeos. Más bien se consideró un castigo divino. Duró seis años, hasta 1353, y compitió con otras enfermedades propias de la región: la disentería, la gripe, el sarampión y la lepra. 
La peste no pasó solo por Europa, sino por Asia y África. Ignoramos, dada la falta de registros escritos, si alguna peste similar atacó América antes de la llegada de los españoles. La viruela, la gripa, la sífilis y otras enfermedades típicas del Viejo Continente mataron casi a la totalidad de los nativos americanos después de 1492, pero no sabemos si antes hubo algo similar por estas tierras.
La plaga transformó por completo Europa en la época: las artes retrataron las consecuencias del azote, desde la pintura hasta la literatura. Boccaccio nos sigue deleitando con El Decamerón, libro de narraciones -muchas eróticas- contado por siete mujeres y tres hombres que se refugian en una villa en las afueras de Florencia para escapar del contagio. 
Todavía nos aterra El triunfo de la Muerte, de Pieter Brueghel, el Viejo. Retrata la desolación producto de la enfermedad: ricos, pobres, creyentes y ateos son azotados sin excepción por esqueletos armados de espadas.

En la música aparecieron los Geisslerlieder, cantos de los flagelantes que pedían el arrepentimiento por los pecados de los paganos, y las obras de Guillaume de Machaut, clérigo que compuso durante la eclosión de la peste. También aparece el Dies Irae, el cantus firmus más famoso de todos.
Económicamente las tierras quedaron desoladas, por lo que creció la ganadería ovina que ocupaba los campos abandonados; los obreros escasearon y por tanto subieron los sueldos de la mano de obra calificada: nacieron los primeros consumidores. Las clases rentistas, nobles, vieron decrecer su riqueza y poder, y por ello patrocinaron guerras, para cobrar más impuestos que las financiasen.
Otro cambio importante fue el de la religiosidad: se exacerbó durante la peste, pero ante el abandono de su dios se culpó a los herejes, a  judíos, a los musulmanes... Finalmente las sectas terminaron atacando la institución religiosa misma. Un siglo después, en 1450, el continente era diferente: había surgido el Renacimiento, en Italia, el epicentro de la peste en el continente.
La creencia en dioses y demonios disminuyó, seguro porque la evidencia de la muerte y el abandono por parte de las divinidades obligó a muchos crédulos a aceptar la verdad. Surgió la perspectiva en la pintura y los primeros pasos para matematizar la reflexión filosófica sobre la naturaleza.
En Inglaterra, los estatutos de Provisors (1351) y Praemunire (1393) le quitaron poder a la Iglesia católica en el control del gobierno civil sobre las tierras, en el nombramiento de cargos eclesiásticos y en el ejercicio de la autoridad. La herejía y el cisma estallaron durante la Reforma Protestante de Lutero, en 1517. No surgió de la nada este movimiento: fue el resultado de una lenta selección cultural que puede rastrearse hasta el desencanto religioso provocado por la Peste.
Giordano Bruno (1548), Galileo Galilei (1564),  Johanes Kepler (1571), y finalmente Isaac Newton (1642) fueron posibles gracias a los cambios que se dieron justo en ese lapso de 200 años, y aunque la religión persiguió fuertemente sus ideas, el poder de esta había sido mermado. 
Por supuesto, la pandemia no produjo cambios inmediatos, como no son inmediatos los cambios sociales: se demoran cientos de años, e incluso siglos, en cocinarse. Ni siquiera la Revolución Francesa de 1789 cambió las cosas en un instante: pasaron casi 80 años antes de que la monarquía francesa finalmente muriera -no decapitada- y se instaurara una república democrática.
La Peste no produjo los cambios esperados por muchos y la pandemia de ahora tampoco lo hará. Sin embargo, nos ha abierto los ojos ante cosas obvias: salud, educación, estructura carcelaria, transporte masivo, seguridad laboral y alimentaria. Aunque en nuestro tercer mundo no ha arreciado aun con toda su fuerza destructiva el virus, ya empezamos a ser conscientes de lo grave que es recibir un virus como este con las piernas abiertas, perdón, con una infraestructura precaria: la gente menos formada entiende poco la gravedad de la situación, la medianamente ilustrada es víctima de teorías de la conspiración y el pánico, pocos saben qué hacer con la formación profesional que les dieron y que no es en salud o ingenierías. 
Poco a poco vamos entendiendo que los profesores de prescolar no son niñeros, que su labor es difícil y fundamental para educar a nuestros niños; que el psicólogo está para ayudar en estos momentos de tensión y encierro; que el conocimiento argumentativo del filósofo puede blindarnos contra las noticias falsas y el pánico; que el historiador es fundamental para entender la reacción de sociedades antiguas ante plagas similares.
Vamos, pues, comprendiendo, que la sociedad de hoy tiene nuevos peligros, pero que el conocimiento adquirido durante siglos de ilustración nos puede ayudar; que la democracia y la cooperación, la confianza en un estado legítimo y preocupado por el pueblo que lo conforma puede ayudarnos más que el individualismo; que las redes sociales pueden salvar de la locura producida por el aislamiento social. Quizás solo sea una comprensión visceral y del momento, pero pocas veces en la vida tal revelación llega a una gran cantidad de personas simultáneamente, como este virus.

jueves, mayo 16, 2019

La barbarie que todo lo aniquila

He conocido hoy un teatro romano. Toneladas de piedras colocadas allí desde hace dos mil años por hombres anónimos, acaso esclavos. Solo queda el nombre del gobernante que construyó la obra, como símbolo del poder romano y consolidación de la forma de vida imperial: Marco Vipsanio Agripa, amigo de Augusto. A medida que bajo hacia el sur de la península ibérica encuentro más ruinas como estas, sobre cuyos cimientos se han construido mezquitas musulmanas, mil años después, y quinientos años más tarde templos cristianos. Hoy, pasados otros quinientos años, hay museos o centros turísticos donde miles de viajantes dejan su dinero a cambio de conocer un trozo de la historia de antiguas civilizaciones. Cada Imperio construye sus templos sobre las ruinas de los anteriores, y cada culto encumbra aquello que le es caro: si antes era la política, pasó a ser la religión y ahora es el dinero. En mil años, toda vez que una barbarie aniquile lo que somos, quizás se construya sobre las ruinas de las grandes instituciones financieras, que son ahora quienes tejen los edificios más grandes. No en vano Al- Qaeda atacó las Torres Gemelas, santuario del Mercado, la Poderosa Divinidad de nuestros días.
La Batalla de New York, óleo sobre lienzo de Delacroix
Ya en la costa del Mediterráneo intento imaginar cómo los árabes salieron de Medina, actual Arabia Saudita, conquistaron el norte de África, cruzaron el Estrecho de Gibraltar y llegaron en el curso de un siglo hasta Poiters, casi a la mitad de lo que hoy es Francia. Parado en las costas trato de ver África y no lo logro. ¿Qué veían los seguidores de Mahoma desde allá? ¿Qué los llevó a mover miles de soldados, caballos, armas, para instalarse en esta remota península? Lo mismo que llevó a Alejandro Magno hasta los confines de la India, y a los Romanos hasta esa isla remota que llamamos Britania; lo mismo que llevó a los Incas a salir de Cuzco para conquistar hasta el norte de Argentina, supongo. Pero más allá de ese “algo” no logro entender qué es. Quisiera saber más sobre los árabes en España, y por qué construyeron fuertes que defienden los territorios no solo de sus enemigos del norte, sino también de visitantes del sur. Descubro así que dentro de los mismos árabes había facciones que buscaban atacar el reino de Al – Ándaluz, así como dentro de los seguidores de Cristo había facciones que buscaban exterminarse unas a otras.
Batalla de Poitiers, que frena en Francia
la expansión musulmana. Foto cortesía de Reuters

DescripciónPoitiers 

Solo quedan fragmentos de esas vidas. Algunas atalayas, las murallas de las ciudades antiguas donde ahora reposan tranquilas viviendas de ciudadanos pacíficos de este nuevo siglo. En otras épocas había caminos fortificados con losas de piedra, guardias con sus cotas de malla y espadas de acero de Damasco, comercio de dátiles y especias lejanas. ¿Qué quedará de todo lo de hoy en mil años? ¿Cómo describirán nuestra Vía Apia actual, un manto de asfalto bordado de luces eléctricas y glifos modernos indicando cómo conducir prudentemente? Si el apocalipsis destruyera estos delicados sistemas, ¿qué pensarían los arqueólogos del futuro? ¿Pensarían que nuestros dibujantes tenían tan mala técnica y perspectiva que solo eran capaces de hacer esos monicongos sin rostros y manos?


Antiguo mall en las costas del Mediterráneo
La distancia temporal que nos separa de los romanos es la misma que los separaba a ellos de las maravillas de Babilonia, e ignoramos tanto de cómo vivían los Latinos como ellos ignoraban la cotidianidad de los Sumerios. A un joven de hoy le cuesta imaginar cómo era la vida sin computadores tanto como a mi me cuesta imaginar la vida sin luz eléctrica. Y para un campesino europeo medieval fue virtualmente imposible saber qué maravillas construiría -o destruiría- el ser humano mil años después de su muerte. ¿Qué será de nosotros? ¿Qué será del futuro? Un borrón en el disco duro de un ordenador es suficiente para borrar décadas de historia, tan fácilmente como el incendio de una biblioteca medieval desaparecía el conocimiento de generaciones enteras. Estas letras desaparecerán para siempre si el computador donde están almacenadas falla, y se perderá una gota de agua en el océano de información de hoy, como se ha perdido la vida diaria de los antiguos hombres que poblaron estos terrenos. Solo nos quedan unas espadas oxidadas y unas murallas maltrechas. Acaso tengamos que consignar en piedra la historia del siglo XXI para que en el futuro no se borre solo con oprimir mal un botón el libro de nuestra civilización.
Antiguos glifos del remoto siglo XX. Se ignora su significado

sábado, abril 20, 2019

Votos matrimoniales

Mis votos


Prometo quedarme contigo los días que me faltan y despertarte de un beso cuando yo me levante. Prometo llegar a casa luego de un día de trabajo y sonreír si te encuentro apenas cruce la puerta. Prometo compartir un café cada atardecer y los pasajes de un libro antes que el sueño nos venza.

Prometo darte un espacio cuando estés ofuscada, prestarte un hombro siempre que necesites apoyo y contarte historias que te hagan deshacer el dolor. Prometo anotar en nuestra bitácora cada lugar, cada costa del mundo que recorramos juntos, y recostarnos cansados a consentir nuestras gatas mientras la lluvia resuena sobre los ventanales. Prometo alimentarte cuando tengamos hambre y tomar la bebida que no quisiste tomarte. Prometo buscar un postre cuando hayamos comido, aunque ya no haya espacio para la sobremesa.

Pero también prometo estar allí cuando falten, el café, los viajes, los postres y los desayunos; cuando la tormenta sea tan fuerte que su sonido no nos deje escuchar las lágrimas por los pesares, y esa rabia ahogue nuestros lamentos perdidos. Prometo amarte, también, en esos, los días malos, si se rompen los platos o nos perdemos viajando.
Prometo no olvidarte nunca si te vas; si olvido, que sea acaso porque la vejez robó mi memoria. Prometo guardar para siempre las mas de la veces en las que tus palabras me recordarán lo bueno, y tener presente los días en  que adivinaremos cuándo callar para así hacer sentir mejor al otro.

Prometo estar allí apenas tu cuerpo se borre, cuando la piel se gaste y cuando los huesos caigan. Prometo acariciar tu pelo ahora que está brillando, pero también peinarlo cuando esté encanecido. Prometo prestarte mis gafas si no puedes leer, y pedírtelas prestada cuando mis ojos fallen.

Prometo recordar, melancólico, a Orfeo, quien buscando el pasado no alcanzó a salir del Hades; para no buscar en el ayer pesares gastados, que nos quitan tiempo esperando ese mejor mañana. Prometo viajar hacia el sol sin temor a caerme, anhelando siempre que estés volando a mi lado; escuchar música juntos y aprender tus canciones; malgastar las mañanas e invertir los ocasos.  Prometo caminar junto a ti lo que queda del día, y espero que lleguemos juntos al final del viaje. Que queden nuestros cuerpos cansados de vivir esa vida plena que estaremos armando un poco cada día, cada hora, minuto y segundo. Prometo, pues, amarte, respetarte, y honrarte hasta que no quede más que contar sobre nosotros.


Los votos de ella
Te entrego mi promesa, que no es una fórmula de mala fe, ni un enunciado desafortunado. Esto es, que tengo la completa y más sincera intención de cumplir mi palabra, de mantener el querer a pesar de lo incierto del futuro, de suspender el olvido y aceptar, como dice Ricoeur, el desafío al tiempo. Así, entonces… 

Prometo que mientras viva no me negaré la posibilidad de andar descalza por los distintos rincones de la osadía, los riesgos y las decisiones extremas. Haré más viajes a través de la literatura, el cine, el arte y la filosofía. Viajes que me permitirán develar que hay seres con colores, olores e ideales distintos a mí. Y entonces ese ejercicio constante de reconocimiento a la otredad me permitirá amarte con la libertad con la que se ama la diferencia. 

Y aunque nuestras diferencias las disfruto, amo mucho más cuando nos encontramos allá en la práctica de las verdades, en los juicios morales, en las posiciones ideológicas, en las realidades que nos indignan y en aquellas que nos conmueven. Porque no importan las divergencias si al final eres tú mi compañero de luchas y de historias. 

Prometo mirarte a los ojos fijamente, escuchar con atención tus historias y acto seguido refutarlas. Porque de aquí hasta el fin de nuestros días no cesaré de buscar contraejemplos para todo lo que dices; pues mostrarte otros mapas de mundos ha sido desde siempre la manera de enseñarte el mío y de descubrir el tuyo. 

Prometo no callar ante las injusticias de nuestros actos, palabras y pensamientos. Te diré siempre de frente y sin tapujos lo que siento, pienso y quiero. Sopesaré mis decisiones e intentaré tomar aquellas que me lleven a buenos destinos. Porque sé que en la medida en que tome mejores decisiones seré más plena y feliz y, por tanto, podré entregarte un amor sin frustraciones, sin rencores y sin amarguras, y, por tanto, un amor insondable, justo y leal. 

Prometo que habrá días y noches difíciles. ¡Por supuesto! Nuestra condición como humanos nos hace sentir miedos y saca a la superficie, de manera inconsciente o no, lo mas horrible de nosotros. Por ello, es seguro que a lo largo de nuestro camino como esposos, amigos y cómplices cometamos errores, nos hagamos insoportables y nos veamos feos; Sin embargo, acepto nuestra condición como humanos y es por ello por lo que prometo que cuando el miedo toque a tu puerta no te juzgaré, te ofreceré mi silencio y te acompañaré. Y cuando te gane el cansancio, la frustración o el fracaso me quedaré contigo y besaré tus heridas hasta que me digas ¡basta! Abrazaré tu alma, veremos llegar nuevos días y haremos lo que sea para seguir vivos. 

Prometo más tardes de tinto y postre como compañía para nuestras discusiones sobre responsabilidades colectivas, mundos posibles y de cómo estuvo nuestro día. Y aunque es seguro que nuestras posturas difieran, esas tardes de tinto y postre que parecerán un torneo de argumentación serán nuestra excusa para mirarnos a los ojos, sentirnos cerca y escucharnos. Serán espacios que propiciarán el reconocimiento de nuestras fronteras, darán sentido a las palabras: “perdón y reconciliación” y así, aceptaremos que el diálogo y el consenso son nuestras únicas armas para continuar. 

Prometo tomar fuerte tus manos y trabajar en equipo para encontrar y experimentar ese buen vivir que a lo largo de la historia se ha discutido. No sé con qué nos toparemos, pero te aseguro que no es la acumulación de riquezas, ni los títulos obtenidos, ni una buena hoja de vida. Tampoco es lo que la sociedad ha susurrado a nuestros oídos por décadas: mantener un estatus y consumir la felicidad. A riesgo de equivocarme apuesto por creer que ese buen vivir es la búsqueda por alcanzar la inmortalidad. Es el encuentro con lo infinito, es el intento de perpetuación de nosotros mismos. ¿Y cómo haremos eso? Bueno, platón sugirió hace mucho tiempo dos opciones: o los hijos o la trasmisión de las ideas. Yo prefiero más la segunda que la primera: que nuestras ideas y nuestros conocimientos embaracen muchísimas mentes, que seamos partícipes en la construcción de una mejor sociedad y así ser recuerdos a través del tiempo. Pero si ocurre también lo primero: los hijos, prometo un salto a la fe que posibilite la extensión del bien, la verdad y la justicia… Pero si no ocurre ni lo uno ni lo otro, prometo, en cada nuevo despertar, evocar la buena vida a través de la reinvención del amor y los recomienzos. 

Aquí entonces te entrego mi promesa, mi tozudez y mi luz. Hago conciencia, decido tomar este camino y, en honor a Séneca, lo tomo sin ninguna expectativa, pues las expectativas causan frustración y la frustración causa irá, y no quiero que la ira nos acompañe. Mejor un camino sin control del uno por el otro, permitiéndonos ser libres siendo conscientes de las posibles contingencias y tempestades, y aunque haya impulsos que no podamos evitar habrá otros, que, a través de la reflexión, podremos dominar. 

jueves, septiembre 29, 2016

El deber de la posibilidad

Cuando pase el plebiscito los enemigos en redes habrán cesado. Volveremos a nuestro estado de siempre: nuestros buenos trabajos, a estudiar en nuestras buenas universidades, a una cama limpia y caliente. Si peleamos con algún amigo iremos a un bar a beber cerveza y hablar de negocios o viejos buenos tiempos. Si fue un familiar escucharemos los cuentos de mamá antes de dormir, besaremos a nuestros hijos y hermanos. Los generales seguirán en sus casas ordenando a los soldados rasos atacar. Si gana el NO, los combatientes seguirán como siempre: en la selva, huyendo al ruido de los aviones cuando descargan sus racimos; evitando tomar tal o cual camino porque una bomba destrozará el convoy y de paso a sus compañeros. Los campesinos seguirán huyendo en procesiones religiosas desde sus tierras a donde no estén los paras o guerrilleros. Las madres seguirán llorando a sus hijos, pobres enlistados; huérfanos reclutados a sus padres asesinados. Si gana el NO, no pasará nada. Si gana el SÍ los colombianos tenemos por primera vez en 50 años la posibilidad de que los combatientes lleguen a una cama caliente, se re encuentren con sus familiares y amigos, la posibilidad de que la madre no tema por la vida de su hijo, enlistado en una batida en la ciudad tras una noche de fiesta. ¿Podemos negar esa posibilidad? ¿Seremos tan mezquinos de que en función de nuestras opiniones, de nuestras tozudas razones, negaremos a esta gente la posibilidad de salvar su vida del temor a la muerte, de cambiarla? En NO es votar por lo que ya sabemos que hay. El SÍ es votar por la posibilidad cierta de cambiarlo

jueves, agosto 18, 2016

Indigencia


Las ventanas rotas traen miseria. La miseria trae más miseria. Centenares de hombres marchitos por la droga duermen en las calles, sobre asfalto agujereado entre cambuches de plástico, robándole al ladrillo bocanadas para saciar su inagotable sed. Duermen al cobijo de un antiguo barrio invadido por hordas de desahuciados sociales. Todos los desprecian, yo mismo, cada habitante de los bloques vecinos. Estratégicamente el alcalde decide arrojarlos de este resguardo, esta cueva de capos, una zona de guerra que nadie quiere. Se refugian cerca, los desarraigados, lavando sus humores con el agua pútrida de las cañadas. Mientras tanto los diarios y la televisión nos hablan del importante golpe a la delincuencia, de lo bien planeada que es esta estrategia del tecnócrata, del administrador de turno, falsamente vendido como un sabio que no tiene más que un cartón por él mismo firmado y los apellidos de su padre. En la noche llueve, como hace días no cae agua en la ciudad de las coronas fúnebres, y en su camino lava el mugre de la sociedad arrastrando entre las piedras estos seres rechazados. Va camino abajo con sus pipas, sus colillas, sus mugrosos trapos, la corriente de indigentes desplazados. Mientras tanto la ciudad sigue allí, inerte, rogando para que el eterno diluvio no cese jamás y se lleve su mugrera hacia otros lados.

martes, abril 05, 2016

Realidad...

Ahora que te amo me doy cuenta, de manera profunda y absoluta, de que mi tristeza no es causada por la soledad...

jueves, agosto 29, 2013

Por qué ir al paro...


Creo que cuando César Gaviria subió a la presidencia implementó, ciegamente, las doctrinas económicas que había escuchado en su universidad. Claro, fue un pésimo estudiante, un mediocre que pasó impunemente por su universidad –los Andes– de manera que de forma acrítica implementó dichas ideas. El siguiente gobierno, el de Samper, “le puso corazón a la apertura”, de manera que el proceso se frenó y alcanzaron a sobrevivir algunas industrias nacionales, no sin la correspondiente persecución política de la que fue objeto, debido a la presión de las multinacionales: cualquier restricción al tratado de comercio generaba pérdidas. Adicionalmente, Samper, irónicamente, combatió más el narcotráfico que cualquier gobierno anterior, lo que causó que se perdiera el colchón económico que mantenía vivo el comercio. Al subir Pastrana, quitó la protección a la industria nacional, y se quebraron empresas insignes. Esta crisis, lo recuerdo, causó la deserción de muchos estudiantes de la universidad, la pérdida de vivienda de muchos trabajadores y en general una desaceleración económica. Colombia no estaba preparada para dicha apertura. Aún recuerdo los edificios a medio hacer, los cientos de apartamentos desocupados, la gente desempleada subiéndose al bus cada cuadra a vender dulces.
Con la recuperación económica mundial Colombia se recuperó. Coincidió con la subida de Uribe a la presidencia, sí, pero los medios olvidaron decir que la recuperación fue jalonada por la economía mundial. Olvidaron decir que el crecimiento económico del país fue menos que el de Perú, Venezuela e incluso Bolivia. Uribe vendió el país, desfalcó las finanzas públicas y firmó un nuevo tratado de libre comercio para el cual, a diferencia de México o Chile, no estábamos preparados. Olvidó, en sus ocho años de gobierno, preparar al país para dicho proceso. En su lugar se dedicó a vender y vender toda la infraestructura productiva: las empresas, Acerías Paz del Rio, las minas… no vendió a sus hijos porque por ese par de bobos no dan un peso.
Cuando dejó el gobierno, presionado por las Cortes a quienes tacha de “amigas del terrorismo”, hubo una esperanza de cambio: Mockus. No es un secreto que la clase dirigente se unió en su contra, los medios lo pintaron como un imbécil, y finalmente, como cualquiera pudo ver revisando los formularios del preconteo de la Registraduría, le robaron las elecciones. Conté casi 1’500.000 votos fraudulentos a favor de Santos; con un margen de error del 50%, podrían haber sido sólo 750.000 o 2’250.000. Cualquiera de las dos opciones es simplemente inaceptable. la cuestión se enfrió, nadie dijo nada. Santos, como no, continuó las políticas de Gaviria, de Pastrana y de Uribe, de manera ilegítima. Continuó vendiendo el país y robando nuestro dinero para financiar lso paseos en helicóptero de sus hijos y las cenas de caridad de 
En suma, han sido veinte años de acciones del gobierno y sus dirigentes que han causado una situación como la actual. Y la causa mayor, la indiferencia de los afectados. En 1998 los industriales se quebraron: sus hijos se fueron del país, estudiaron en Universidades baratas, se conformaron con sueldos altos de asalariado. Los demás poco hicimos, salvo una que otra marcha para evitar la reforma a la salud, a la justicia y a la educación.
Los campesinos, sin embargo, protestan por algo más tangible: el hambre. Los jóvenes han dejado el campo, de manera que muchos son ya ancianos que luchan con sus manos gastadas para sacar algo de una tierra yerma que será comprado a mucho menor precio… no hay más opciones sino para o unirse a los narcos en el negocio de la muerte: guerrilla, paras, raspachines, traficantes. Han sido ellos y no la clase media acomodad (perezosa) la que ha tenido que salir para combatir el hambre, a parar el país. Y sólo se solucionará el problema si los tratados son re negociados…
Si este paro no se soluciona, el campo continuará en el proceso de violencia que nos desangra desde hace 50 años, y tendremos otros cien años como el pasado siglo XX: seguiremos siendo un país atrasado… esa es la razón por la cual salgo ahora al paro.  

miércoles, mayo 29, 2013

Lógica y coquetería

Llegó a mis manos este meme por correo:

Una estudiante de Derecho habla con su profesor de lógica jurídica, matemático de profesión, para pedirle que corrija una nota y le suba así el promedio. Ante la actitud insinuante de la joven, el profesor pregunta si le está coqueteando, a lo cual la estudiante responde lo siguiente:
Acuérdese de nuestro amigo Kundera cuando dice en su libro que “la coquetería es una promesa de coito sin garantía”…. y no le estoy coqueteando señor profesor;  sólo se me vino esta frase a la memoria en este preciso momento del tiempo y del espacio y a propósito del tema. 
 El profesor le responde:

Para que vayas viendo cómo se usa la lógica, la expresión "la coquetería es una promesa de coito sin garantía" seguida de la proposición "no le estoy coqueteando" es una negación. La proposición inicial negada queda como sigue: "no es el caso que esté haciendo una promesa de coito sin garantía". Asimismo, esta negación es ambigua pudiendo significar una de tres cosas: “es cierto que no prometo coito, pero es cierto que garantizo coito, o bien, es cierto que no prometo coito y es falso que haya garantía de coito, o finalmente, es falso que prometa  coito pero es cierto que hay garantía de coito”. No indago por cuál es la opción correcta, porque como bien lo sabía Johnathan Swift, los abogados nunca redactan con términos claros ni sencillos, son perspicaces y descubren siempre una doble interpretación de lo dicho o preguntado, y se la pasan interpretando... Tanta anfibología es perniciosa para las afecciones coronarias...
¿Es correcto el razonamiento del profesor? 

martes, mayo 28, 2013

Lo inefable del arte

Ahora interpreto en la guitarra el Preludio de la Suite IV para Laúd de Juan Sebastián Bach. Inicia con un tema alegre y rítmico que va atravesando todo el diapasón, desde las notas más agudas hasta las más graves. Se devuelve hasta estas notas altas y continúa con un arpegio que desciende en unísonos; esta figuración da una sensación polifónica única. No recuerdo cuándo la escuché por primera vez, pero no olvido esa inefable sensación, la sensación de enfrentarme a lo Absoluto, la sensación de escuchar una pequeña pieza compuesta por un hombre hace doscientos setenta y seis años a la luz de una vela. Bach vio las posibilidades del instrumento y escribió una serie de danzas. Ahora pulso las cuerdas lentamente, escuchando los sonidos que se pierden en el espacio, hacia la noche, sintiendo contrapuntos pensados por este hombre hace trescientos años. Hace tres siglos sus dedos se deslizaron por el diapasón de la misma forma en que ahora los míos lo hacen, produciendo las mismas vibraciones en el aire, los mismos armónicos, las mismas relaciones de intervalos. Por un breve instante soy él; el tiempo se desvanece y estamos ante la misma obra; esa es pues la verdadera vivencia del arte. 
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