¿Qué es ser colombiano? Esta es la pregunta que hace Ulrica a Javier Otálora, profesor de la Universidad de los Andes, en la mitad de un cuento de Borges. La fe es definida por el DRAE como el conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas. Me gusta definirla, plagiando no sé a quién, como creer que es cierto lo que se sabe que es falso. Así pues, la pregunta que sigue a continuación es "qué cosas falsas son las que creemos los colombianos de sí mismos? Sabemos que somos unos delincuentes. Acaso no haya un sólo compatriota que no haya violado una ley de manera grave por lo menos una vez en su vida: desde robar en el supermercado algo que no necesitamos, hasta sobornar al policía de tránsito. Cuando no se vale de su "malicia" para estafar. No hablemos, por favor, de los delitos indultados por la ley de justicia y paz. No obstante, la honestidad de los colombianos sale a relucir en cualquier conversación. Creemos que somos amigables. Pero treinta mil muertos enterrados en fosas comunes no es la imagen más amigable que pueda recordar. Tampoco es amigable la actitud de los choferes de bus, taxi, colectivo, moto, bicicleta, bicitaxi, carro particular, patineta, camión camioneta, comionononon o camionsito, que tratan de pasar por encima de los peatones al tratar de subirse al anden para saltarse el trancón producido por la motocicleta que al tratar de atravesar el puente peatonal cayó sobre el taxi que iba en contravía compitiendo con el carro particular que deseaba atropellar al ciclista que acababa de tocarle la nalga a la señora que esperaba el bus en cualquier sitio diferente al paradero asignado. No somos cultos (leemos menos de un libro al año), ni hablamos correctamente "el mejor español del mundo". Para la muestra, el documento fundacional de nuestra República , el Acta de Independencia que ya cité en mi anterior escrito, y el hecho de que aparentemente nadie la ha leído, puesto que aun celebramos el 20 de julio como la fecha de nuestra "Declaración de Independencia". Parece redactada con el ánimo expreso de no ser entendida jamás por nadie. Creemos que no somos en absoluto racistas, pero no me canso nunca de burlarme cuando alguien conoce a un costeño de "alta sociedad": medianamente blanco, con muuuuuuuuuuuucho dinero (Como Julio Mario Santodomingo), bien hablado, y expresa la famosa frase "pero no pareces costeño". Tenemos estereotipos muy acentuados en nuestro disco duro. Así mismo, cuando el colombiano se encuentra con un peruano, boliviano, ecuatoriano, nicaraguense, hondureño, etc. que no tiene marcados rasgos indígenas, dice "pero no pareces...". Lo cual demuestra que el colombiano promedio no ha salido jamás de su ciudad y lo que conoce de otros países lo conoce a través de Caracol y RCN, jamás a través de libros. Y, por supuesto, cuando en la visa extranjera o cualquier otro documento necesario en el exterior ponen en su descripción "trigueño" o, en el peor de los casos "tipo latino", pega el grito en el cielo diciendo "¡pero tengo ojos verdes! (así sean lentes de contacto), y cabello rubio (así sea tinturado)". No miento. En alguna sección de entretenimiento el titular de la noche fue "las rubias pasan de moda", y la presentadora, morena y peliteñida dijo "y ahora, qué vamos a hacer?". Por ello la noticia de Emilio Yunis, de acuerdo con la cual el 85,5% del ADN mitocondrial de nuestras mujeres es indígena, provocó una discución en Caracol Radio el día en que fue publicada. Este golpe debe ser tan duro para algunos colombianos, como lo fue el que algunos británicos descubrieran que tenían ADN venido de África. Por supuesto, había generales libios en los ejércitos Romanos que invadieron Britania en la antiguedad.
El último gran componente de la virtud teologal llamada "fe criolla" es justamente la relacionada con nuestra fe católica. ¿Somos realmente católicos? Independientemente de que ya sólo el 85% de criollos compartan este credo, la pregunta es más bien, qué pasa con todas las otras creencias, esas que había antes de la llegada de los españoles?
En resumidas cuentas: La identidad colombiana fue definida en 1886, mediante la Constitución de Caro y Núñez de la siguiente forma: Ciudadano de Colombia es aquel hombre blanco, heterosexual, católico, que habla español. Todos los demás son prescindibles. Aun quedan muchos rezagos de esta definición. Aun seguimos cantando que "La humanidad entera/ Que entre cadenas gime/ Comprende las palabras Del que murió en la cruz". Palabras como "El que no está conmigo, está contra mí", o "No penséis que he venido para traer paz en la tierra; no he venido para traer paz, solo la espada".
¿Qué hacer ante este atentado contra nuestra fe? Empezar a revisar esas cosas que creemos de nosotros mismos para hacer, no una "imagen", sino una identidad. Real, no construida con lo que queremos ser.
El último gran componente de la virtud teologal llamada "fe criolla" es justamente la relacionada con nuestra fe católica. ¿Somos realmente católicos? Independientemente de que ya sólo el 85% de criollos compartan este credo, la pregunta es más bien, qué pasa con todas las otras creencias, esas que había antes de la llegada de los españoles?
En resumidas cuentas: La identidad colombiana fue definida en 1886, mediante la Constitución de Caro y Núñez de la siguiente forma: Ciudadano de Colombia es aquel hombre blanco, heterosexual, católico, que habla español. Todos los demás son prescindibles. Aun quedan muchos rezagos de esta definición. Aun seguimos cantando que "La humanidad entera/ Que entre cadenas gime/ Comprende las palabras Del que murió en la cruz". Palabras como "El que no está conmigo, está contra mí", o "No penséis que he venido para traer paz en la tierra; no he venido para traer paz, solo la espada".
¿Qué hacer ante este atentado contra nuestra fe? Empezar a revisar esas cosas que creemos de nosotros mismos para hacer, no una "imagen", sino una identidad. Real, no construida con lo que queremos ser.
3 comentarios:
Dicen que el discurso crea realidad... y acá el discurso no cambia la realidad. Cada día me llevo una y mil desilusiones :S ya no tengo nada ni nadie en quien creer.
Bueno, una cosa es la identidad estándar definida por ese proyecto político, y otra, menos mal, la identidad plural nacional.
cerebro: frente al nihilismo siempre quedan opciones muy interesantes.Hay un autor de libros de autosuperación buenísimo, de apellido Nietzsche. Te lo recomiendo.
Juan, si consideras a F. Nietzsche como un autor de autosuperación, ¿qué más podemos esperar? No se si lo haces por ignorancia, o por un dejo de sátira -propio de los Colombianos, tema de este blog-. Pobre Nietzsche... definitivamente la ingnorancia es atrevida.
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