sábado, abril 20, 2019

Votos matrimoniales

Mis votos


Prometo quedarme contigo los días que me faltan y despertarte de un beso cuando yo me levante. Prometo llegar a casa luego de un día de trabajo y sonreír si te encuentro apenas cruce la puerta. Prometo compartir un café cada atardecer y los pasajes de un libro antes que el sueño nos venza.

Prometo darte un espacio cuando estés ofuscada, prestarte un hombro siempre que necesites apoyo y contarte historias que te hagan deshacer el dolor. Prometo anotar en nuestra bitácora cada lugar, cada costa del mundo que recorramos juntos, y recostarnos cansados a consentir nuestras gatas mientras la lluvia resuena sobre los ventanales. Prometo alimentarte cuando tengamos hambre y tomar la bebida que no quisiste tomarte. Prometo buscar un postre cuando hayamos comido, aunque ya no haya espacio para la sobremesa.

Pero también prometo estar allí cuando falten, el café, los viajes, los postres y los desayunos; cuando la tormenta sea tan fuerte que su sonido no nos deje escuchar las lágrimas por los pesares, y esa rabia ahogue nuestros lamentos perdidos. Prometo amarte, también, en esos, los días malos, si se rompen los platos o nos perdemos viajando.
Prometo no olvidarte nunca si te vas; si olvido, que sea acaso porque la vejez robó mi memoria. Prometo guardar para siempre las mas de la veces en las que tus palabras me recordarán lo bueno, y tener presente los días en  que adivinaremos cuándo callar para así hacer sentir mejor al otro.

Prometo estar allí apenas tu cuerpo se borre, cuando la piel se gaste y cuando los huesos caigan. Prometo acariciar tu pelo ahora que está brillando, pero también peinarlo cuando esté encanecido. Prometo prestarte mis gafas si no puedes leer, y pedírtelas prestada cuando mis ojos fallen.

Prometo recordar, melancólico, a Orfeo, quien buscando el pasado no alcanzó a salir del Hades; para no buscar en el ayer pesares gastados, que nos quitan tiempo esperando ese mejor mañana. Prometo viajar hacia el sol sin temor a caerme, anhelando siempre que estés volando a mi lado; escuchar música juntos y aprender tus canciones; malgastar las mañanas e invertir los ocasos.  Prometo caminar junto a ti lo que queda del día, y espero que lleguemos juntos al final del viaje. Que queden nuestros cuerpos cansados de vivir esa vida plena que estaremos armando un poco cada día, cada hora, minuto y segundo. Prometo, pues, amarte, respetarte, y honrarte hasta que no quede más que contar sobre nosotros.


Los votos de ella
Te entrego mi promesa, que no es una fórmula de mala fe, ni un enunciado desafortunado. Esto es, que tengo la completa y más sincera intención de cumplir mi palabra, de mantener el querer a pesar de lo incierto del futuro, de suspender el olvido y aceptar, como dice Ricoeur, el desafío al tiempo. Así, entonces… 

Prometo que mientras viva no me negaré la posibilidad de andar descalza por los distintos rincones de la osadía, los riesgos y las decisiones extremas. Haré más viajes a través de la literatura, el cine, el arte y la filosofía. Viajes que me permitirán develar que hay seres con colores, olores e ideales distintos a mí. Y entonces ese ejercicio constante de reconocimiento a la otredad me permitirá amarte con la libertad con la que se ama la diferencia. 

Y aunque nuestras diferencias las disfruto, amo mucho más cuando nos encontramos allá en la práctica de las verdades, en los juicios morales, en las posiciones ideológicas, en las realidades que nos indignan y en aquellas que nos conmueven. Porque no importan las divergencias si al final eres tú mi compañero de luchas y de historias. 

Prometo mirarte a los ojos fijamente, escuchar con atención tus historias y acto seguido refutarlas. Porque de aquí hasta el fin de nuestros días no cesaré de buscar contraejemplos para todo lo que dices; pues mostrarte otros mapas de mundos ha sido desde siempre la manera de enseñarte el mío y de descubrir el tuyo. 

Prometo no callar ante las injusticias de nuestros actos, palabras y pensamientos. Te diré siempre de frente y sin tapujos lo que siento, pienso y quiero. Sopesaré mis decisiones e intentaré tomar aquellas que me lleven a buenos destinos. Porque sé que en la medida en que tome mejores decisiones seré más plena y feliz y, por tanto, podré entregarte un amor sin frustraciones, sin rencores y sin amarguras, y, por tanto, un amor insondable, justo y leal. 

Prometo que habrá días y noches difíciles. ¡Por supuesto! Nuestra condición como humanos nos hace sentir miedos y saca a la superficie, de manera inconsciente o no, lo mas horrible de nosotros. Por ello, es seguro que a lo largo de nuestro camino como esposos, amigos y cómplices cometamos errores, nos hagamos insoportables y nos veamos feos; Sin embargo, acepto nuestra condición como humanos y es por ello por lo que prometo que cuando el miedo toque a tu puerta no te juzgaré, te ofreceré mi silencio y te acompañaré. Y cuando te gane el cansancio, la frustración o el fracaso me quedaré contigo y besaré tus heridas hasta que me digas ¡basta! Abrazaré tu alma, veremos llegar nuevos días y haremos lo que sea para seguir vivos. 

Prometo más tardes de tinto y postre como compañía para nuestras discusiones sobre responsabilidades colectivas, mundos posibles y de cómo estuvo nuestro día. Y aunque es seguro que nuestras posturas difieran, esas tardes de tinto y postre que parecerán un torneo de argumentación serán nuestra excusa para mirarnos a los ojos, sentirnos cerca y escucharnos. Serán espacios que propiciarán el reconocimiento de nuestras fronteras, darán sentido a las palabras: “perdón y reconciliación” y así, aceptaremos que el diálogo y el consenso son nuestras únicas armas para continuar. 

Prometo tomar fuerte tus manos y trabajar en equipo para encontrar y experimentar ese buen vivir que a lo largo de la historia se ha discutido. No sé con qué nos toparemos, pero te aseguro que no es la acumulación de riquezas, ni los títulos obtenidos, ni una buena hoja de vida. Tampoco es lo que la sociedad ha susurrado a nuestros oídos por décadas: mantener un estatus y consumir la felicidad. A riesgo de equivocarme apuesto por creer que ese buen vivir es la búsqueda por alcanzar la inmortalidad. Es el encuentro con lo infinito, es el intento de perpetuación de nosotros mismos. ¿Y cómo haremos eso? Bueno, platón sugirió hace mucho tiempo dos opciones: o los hijos o la trasmisión de las ideas. Yo prefiero más la segunda que la primera: que nuestras ideas y nuestros conocimientos embaracen muchísimas mentes, que seamos partícipes en la construcción de una mejor sociedad y así ser recuerdos a través del tiempo. Pero si ocurre también lo primero: los hijos, prometo un salto a la fe que posibilite la extensión del bien, la verdad y la justicia… Pero si no ocurre ni lo uno ni lo otro, prometo, en cada nuevo despertar, evocar la buena vida a través de la reinvención del amor y los recomienzos. 

Aquí entonces te entrego mi promesa, mi tozudez y mi luz. Hago conciencia, decido tomar este camino y, en honor a Séneca, lo tomo sin ninguna expectativa, pues las expectativas causan frustración y la frustración causa irá, y no quiero que la ira nos acompañe. Mejor un camino sin control del uno por el otro, permitiéndonos ser libres siendo conscientes de las posibles contingencias y tempestades, y aunque haya impulsos que no podamos evitar habrá otros, que, a través de la reflexión, podremos dominar. 

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Los laberintos - Reflexiones sobre la filosofía de la periferia por Alfonso Cabanzo se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.