jueves, diciembre 30, 2010

Parce, traduzca bien su nombre...

Cuando era joven, en el colegio me dijeron que los nombres no se traducían. Fue otra de las grandes mentiras escolares, junto con aquella del acta de independencia, que realmente jura lealtad a Fernando VII, la de Mosquera en átomos volando por el fuego español, cuando en realidad entró fumando al cuarto lleno de pólvora, y la del Chocorramo; sí, llevamos más cinco décadas engañados, pues Ramo en “chocoramo” se pronuncia con “ere” y no con “erre”, puesto que “choco” no es un prefijo. Y bueno, el caso es que los nombres sí se traducen. Los gringos no dicen Platón, sino Plato, no dicen Aristóteles, sino Aristotle, que en griego es ριστοτέλης, y Tchaikovsky (o como se escriba) es Чайковский, en Ruso. Así pues, William es Guillermo, Daisy es Margarita y Alexander (Αλέξανδρος) es Alejandro. Jesús es la traducción del latino Iesu, que a su vez viene del griego Iesous (Ιησούς), que viene del hebreo Yeshua (ישׁוע). Por supuesto, muchos de estos nombres, que tienen supuesto origen griego, o latino, pueden seren verdad germanos, polacos, franceses o, por supuesto, españoles. Lo mismo sucede con los apellidos.

Mientras el latín fue la lengua franca, los nacidos bárbaros, es decir, polacos, germanos, galos, hispanos, etc., tuvieron la costumbre de esconder sus orígenes latinizando su nombre y apellido para entrar de lleno en el mundo académico europeo. Célebre es el cambiazo del polaco Mikołaj Kopernik. Su apellido lo tradujo él mismo al latín como Copernicus cuando entró en la universidad italiana de Bolonia. Por eso nosotros lo llamamos Copérnico. Así mismo, un salvaje estudiante teutón de esa época, Johan Müller de Königsberg, tradujo su apellido como “Regiomantanus”, pues “Königsberg” significa “montaña del rey”, que es justo lo que quiere decir en latín “regiomontanus”. En español habría que decir algo como “Montaña pupi” o “Montaña gomela”, que suena algo ñero porque la gente decente dejó de decirle gomelo al pupi y cicla a la bici. Así pues, la costumbre de poner nombres extranjeros para subir el estrato viene de tiempos inmemoriales (estos ejemplos son del renacimiento) aunque aquí adoptamos la tendencia cambiar o poner sólo el nombre anglosajón, no el apellido.

Los nombres tienen un origen y significado que muchas veces ignoramos. “Alfonso” significa “luchador”, “César” significa “nacido por cesárea” y “Lina” significa –eso dicen- lo mismo que “Rocío”, con lo cual “Lina Rocío” viene siendo una redundancia como la de “William Guillermo”. Muchos nombres indígenas se perdieron precisamente como parte de la campaña de conquista española: a un nativo de nombre Tisquesusa, con un significado preciso, por ejemplo en honor al Zipa, lo bautizaban a la fuerza y lo llamaban “Juan Pérez”, quitándole parte de su identidad. Hoy en día somos una sociedad mestiza, con una gran carga española que ya no podemos abandonar. Pero sí podemos evitar un nuevo caso de conquista idiomática, bautizando a nuestros hijos con nombres que no los dejen olvidarse de sus raíces, de su historia. Cuando estén grandecitos, podrán irse del país, cambiarse el "Juan" por "John" o "John" si no les gusta, teñirse el pelo de rubio y usar lentes de contacto azules, pero cuando son pequeños e indefensos, al menos debe dárseles la oportunidad de llamarse de acuerdo con la cultura en la que viven. Los nombres indígenas como Chía, Fagüa o Inti son más significativos, hermosos y elegantes que Sneider o Wiliamson. Así pues, el tener un nombre decente debería ser declarado uno de los derechos universales de los niños. He dicho…

Att:

Alphonse Cabbanss

No sea ñero: cámbiese el nombre!

La ex esposa de un amigo era una mujer singularmente detestable. Como todos nosotros, era de origen humilde, pero con el agravante de que en su familia los diplomas académicos eran algo similar a los títulos nobiliarios, porque educados, lo que se dice educados, no eran. Más bien rayaban con la mala educación, y pertenecían a esa clase de gente a quienes la universidad privada les servía para subir el estrato, pero para nada más. De hecho, notaba cierto desprecio de ella hacia mi militancia en la Nacional, que era, por supuesto, pública, y por tanto, para pobres. De más está decir que ella no pudo pasar el examen de admisión. En alguna de esas incómodas situaciones sociales en las que no pude inventar una excusa para asistir, descubrí su gran secreto: su segundo nombre era “Jenny”. De hecho, no era el segundo, sino el primero, lo que daba una singular coloratura al mote completo. No pude evitar repetir en voz alta, con el más castizo de los acentos bogotanos, semejante esperpento onomástico: -¿Jenny?- grité pronunciando de la manera más fuerte que pude la “J” como una “Ll” -¿LLeni? ¿Por qué le pusieron ese nombre tan… feo? Ella, ante el ataque, respondió que una tía que había recorrido el mundo había decidido ponerle ese nombre, dado su conocimiento internacional. No dije más, pero supongo que el golpe fue certero. Hace poco leí un artículo de un periodista cuyo nombre era algo como Esneider. Haciendo uso de una sinceridad pocas veces vista en el medio colombiano, confesaba que un tío embolador estaba descrestado con su jefe en la remontadora, razón por la cual terminó así bautizado. Remataba diciendo que ese tipo de nombres revelaban, como en su caso, un pasado pobre, que le había costado infinidad de pruebas de seguridad en las empresas. Así que mi ex amiga Jenny debía saberlo, e inventó esa ridícula historia de la tía de mundo para no revelar el de la tía inmunda o pobre. Porque claro, hay que recordar, con el gran sociólogo Andrés López, que en Colombia todos estamos dos estratos por encima del de nuestros padres. De manera que si usted quiere asegurarles un futuro buen estrato a sus hijos, en un país tan clasista y desigual como Colombia, por favor, por favor, no los bautice con nombres extranjeros. Y hablo en serio. En cierta ocasión, mientras ponía un denuncio en una comisaría, el policía me estaba contando que su esposa daba a luz en esos momentos; había tenido una pelea con ella porque quería ponerle algo como Leidi a la niña, y él se oponía rotundamente: así se llamaban las atracadoras que reseñaba todo el tiempo. En resumen, por favor, si su nombre es así de feo, acepte, en un acto de contrición, que sus padres se descacharon, que su nombre es ñero, y que debe cambiarlo por uno hispano, para no avergonzarse en su próximo cumpleaños. Eso no significa, por supuesto, que los sacados del santoral, como Hermenegildo, Eustaquio y sean bonitos, pero al menos no revelan que los nombres fueron sacados de la televisión gringa.

jueves, julio 08, 2010

Defensa de la brutalidad de las reinas

En este momento están realizando el concurso para elegir a la señorita Bogotá. Y por supuesto, los periodistas han afilado sus micrófonos a la caza de las bestialidades que suelen decir estas señoritas. El catálogo ha mejorado últimamente, y supongo que va a la par con el detrimento de la educación secundaria y, hay que decirlo, universitaria. Las candidatas cada vez son más estudiadas, pero cada vez saben menos cosas. Estudian comunicación social, relaciones exteriores, administración, y otro sin fin de carreras que no aportan absolutamente nada a la sociedad colombiana, en costosas universidades que lo único que quieren es su dinero de las matrículas. ¿Qué no? ¿Qué yo estudio administración y mi carrera sí sirvió para algo? Es que hasta estudiar electrónica para salir a vender celulares es una prueba de que más de la mitad de las carreras en Colombia no sirven, pues no se ejercen al salir. Pero volviendo al tema, no importa qué tan “preparadas” estén las candidatas luego de estudiar cinco semestres de hotelería y turismo en “Reformitec”, siempre salen con alguna estupidez. ¿A qué se debe esto? Fácil. Pensemos la situación. Para ser genio en algo se necesita un mínimo de ocho horas diarias de prácticas. Así, una reina, para ser reina debe ser hermosa, y esto implica dedicarle un tiempo serio a su preparación antes de entrar a estudiar. Así, es raro encontrar una reina en, digamos, la Universidad Nacional (la mejor de Colombia), que estudie matemática y tenga un promedio ponderado de 48: debe dedicarse a hacer ejercicio, maquillarse, arreglarse, etc. Haciendo esto no hay manera de ser bueno en lo otro, debe elegir. Así, las encontramos es en universitecas que dejen tiempo para todo eso, rumbear, y, de vez en cuando, estudiar. Si pierden alguna materia, siempre está el recurso a llorar, llamar a los padres y quejarse porque, al mejor nodo del traqueto colombiano, “está pagando por estar en la universidad” y debe por ello pasar. Ojalá con buenas notas. Así pues, las candidatas no están bien preparadas, al menos académicamente. Por otro lado, debe tenerse en cuenta lo siguiente: como parte del reinado deben someterse, casi desnudas, a que un ejército de personas las miren, las critiquen, las manoseen, amén de que durante el certamen todo el mundo estará mirándoles el culo y gritándoles vulgaridades acerca de lo feas que son sus tetas (aunque en vivo se vean espectaculares). En casos extremos (Colombia es pasión) serán atacadas para dejarlas deformes. Así pues, la brutalidad no es de las reinas, sino de periodistas, preparadores, espectadores y demás, quienes exigen intelectualidad a una mujer que será calificada básicamente con un criterio: está buena o no lo está. Pedirle información a una reina es como exigirle un doctorado a una acriz porno: ¿en qué influye su intelecto para una labor eminentemente física, centrada únicamente en la imagen? Digan lo que digan candidatas, preparadores, jurados, periodistas, etc., los reinados juzgan eso: la belleza, y nada más. Para demostrar que son inteligentes e intelectuales están los concursos como “Quien quiere ser millonario”. Así la señorita Bogotá tenga un doctorado en bioquímica de la universidad de Stanford, si es fea, no ganará. Los brutos son entonces los que se ensañan con estas chicas semidesnudas, inseguras por su baja preparación académica (y esto es culpa de las universidades que las aceptan con el fin de robarles el dinero, no de ellas), y de los periodistas que les hacen preguntas idiotas. Y como la culpa es de ellos, aquí presento un catálogo de sus estupideces. En 1999 la revista Carrusel publica la siguiente entrevista a Claudia Lucia Rey Cote, Srta. Santander, y le pregunta: “Según usted, ¿cuál fue el descubrimiento más importante de este siglo?” La respuesta de la candidata, estudiante de odontología, fue la siguiente: “La imprenta porque gracias a los medios escritos podemos conocer otras culturas, mejorar la comunicación y tener un registro histórico de lo que está ocurriendo en el mundo [cursivas mías].” ¿Bruta? Quizás no. Brutos el periodista, el redactor y el corrector de estilo de la revista de vanidades, que ignoran que la imprenta de tipos móviles fue inventada por Gutenberg en el siglo XV, como variación de la imprenta china, de tipos fijos, hecha cerca al año 1000. Que yo sepa, ni lectores, ni otros periodistas, se burlaron de esta respuesta. Brutos todos, sobre todo los periodistas, a quienes les debieron enseñar eso en el primer día de clases en la universiteca a la que fueron. ¿Otra perla “periodística”? El día del partido Alemania-Australia, 13 de junio de 2010, escuché la siguiente frase de un locutor colombiano sobre un jugador alemán: “Nikita… Ru … kav… ytsya… Rukavytsya… por el nombre y lo complicado del apellido, debe ser japonés”. De nuevo, nadie hizo escándalo ni se burló. Pero para las personas medianamente informadas, Nikita suena a nombre de dirigente soviético, más exactamente Kruschev. Así, debe ser de ascendencia rusa. O, como la otra mitad de los jugadores alemanes, al menos polaco… pero ¿japonés? No hay derecho. Por ello, hay personas que no tienen derecho a tachar de brutos a otros, pero sí tienen el deber de no decir brutalidades, al menos no en los medios…

miércoles, mayo 05, 2010

La secta mockusiana

El Divino Mockus en una aparición



Alejandro Reyes Posada escribe un artículo de opinión en El Tiempo sobre los riesgos de elegir a Mockus. De acuerdo con él, el partido verde se está convirtiendo en una secta: En las sectas hay un líder, un “santón carismático”; un estrecho círculo de adoradores, una doctrina con valores admirables, una exigencia de comportamientos altruistas para sus miembros y el desprecio moral de quienes queden por fuera de ella. Lo mismo habría en el partido de Mockus: su candidato es carismático y “santón”, hay seguidores, se predican valores admirables, y supuestamente se “desprecia” a quien no esté en la secta. Afirma que los verdes se comportan igual que los uribistas: quién no está con Mockus está contra él, así como quien no está con Uribe está contra él. Dado que la tesis verde es el respeto por la vida y por los recursos públicos, Reyes asume que los mockusianos tachan de criminales y corruptos a quienes no están con ellos. Finalmente la propuesta verde olvida según él los logros de Uribe en cuanto a seguridad. Cada una de estas posturas está errada, cuando no es totalmente falsa y maledicente. Veamos uno de los argumentos, revisemos sus premisas y luego revisemos si éstas apoyan su conclusión.


Tachar al partido verde de secta es injurioso y falso. En primer lugar, porque si bien Mockus es carismático, está lejos de ser un “santón” (palabra definida como santurrón, beato e hipócrita). No predica, sino que más bien propone. Tampoco tiene “seguidores incondicionales”, puesto que el público de Mockus se caracteriza en su mayoría por individuos que cuestionan, que escuchan sus argumentos, y que, como en mi caso, lo consideramos la mejor opción posible en esta coyuntura. No el mejor, ni el mesías que salvará a Colombia. Es a lo sumo un símbolo de lo que nos gustaría llegar a ser, aun si ni él ni nadie raya en la perfección que le endilgan (y que nunca he oído a él afirmar de sí mismo). La predicación de valores admirables quizás sea cierta: la legalidad, el respeto por la vida, por la máxima “el fin no justifica los medios”, que son a todas luces principios loables, no es propia sólo de las sectas. Pero más que eso, son principios cuya violación, entre otras cosas, son los causantes de la mayoría de los problemas del país: el robo de recursos públicos, y el irrespeto por la vida. El saqueo del presupuesto en la construcción de una carretera, en los hospitales, la evasión de impuestos por parte de grupos como el Santo Domingo, etc., tiene repercusiones en la vida de las personas comunes. La muerte, que es causada no sólo por guerrilleros y paramilitares, sino por taxistas que atacan con cruceta a quien le reclama por el alto cobro de una carrera, o por un niño que hace conejo por no tener subsidio de transporte, es un lamentable recuerdo de nuestra condición de poscolonia. Por otro lado “el fin justifica los medios” es una máxima anti ética que permite a cada colombiano hacer lo que le venga en gana siempre que considere que su fin egoísta es loable. Así que en modo alguno el Partido Verde se comporta como una secta. Pero aun suponiendo que este movimiento tenga las mismas características que una secta, no se sigue de ahí que de hecho lo sea. En efecto, es cierto que toda secta tiene un líder y el Partido Verde también tiene un líder. No es lógico pensar que éste es una secta, como no es lógico decir que el Banco de la República es una secta porque tiene un líder. Es igual de absurdo que decir que los hombres son humanos, las mujeres son humanos, y que por compartir estas características las mujeres son hombres. Lo importante aquí no es qué tienen de similar el movimiento de Mockus, los evangélicos y los seguidores de Charles Manson, sino más bien qué es lo que hace diferente a aquél movimiento de estas sectas. Y una diferencia fundamental es la apelación a la razón para sopesar sus propuestas políticas. La misma razón que me permite descubrir la falacia tras el razonamiento del señor Reyes. Pero este “periodista” va un poco más allá. Afirma, en la página editorial del diario más leído en Colombia, que la vocación de las sectas es crecer hasta abarcar la sociedad y transformarla, y que el conflicto final se resuelve con la disolución de la secta por la sociedad o la absorción de ésta por la secta. Dado que no queremos que la sociedad se disuelva por una secta, y dado que el Partido Verde es, según su estúpido razonamiento, una secta, se puede inferir de su texto que tendremos que “disolverlo”. Sería interesante ver cómo pretende Reyes disolver el partido: ¿inventando vínculos entre éste y las FARC? ¿Inventando infidelidades sentimentales de Mockus? ¿Creando falsas ONG donde se le vincule con los paras, los narcos, con Regina 11 y con Voldemort? Sólo espero que los mismos lectores que cayeron ante los engaños del DAS no crean en la campaña de desprestigio que, ya se ve, iniciaron contra el Partido Verde, y espero que nuestra trágica hisotria, nuestro trágico presente, no se repita en Mockus por cuenta de estos comentarios malintencionados de los columnistas de El Tiempo.

domingo, abril 04, 2010

Crónica de unas lecturas trágicas

Mis libros trágicos son aquellos que inicio, y por azares del destino nunca termino. O que estoy releyendo y terminan siempre en las manos equivocadas, pues de ser las correctas estarían ahora en las mías. La insoportable levedad del ser es uno de ellos. Siempre termino regalándolo a alguien que parece especial, con quien supongo tendré una larga relación de esas que terminan con una visita en la sala y un vaso de vino antes de morir. Y jamás las vuelvo a ver. Con Héctor Abad Faciolince me sucede algo similar: sus libros se me desaparecen. Los inicio, y en un instante han desaparecido. Robados, olvidados en la casa de alguien semejante al triángulo de las Bermudas… Así que sólo conozco dos de sus obras: El olvido que seremos y ahora, Traiciones de la memoria. El primero es la novedosa narración de la novela a través de los ojos de la víctima. Un giro paradigmático ante la avalancha de historias donde los malos -los paras, los guerrillos, los políticos, los narcos, los sicarios- son presentados como los buenos, como los héroes por quienes el público hace fuerza para que coronen sus fechorías. Acaso porque ese público hace parte también de la recua de delincuentes que pustula este país. El segundo reconstruye la investigación que revela la autoría Borgiana del poema El olvido que seremos de Jorge Luis Borges. No se llama así, se llama Aquí. Hoy, pero semejante esperpento de nombre sólo es digno de muchos de los insufribles poemas del argentino, no de este en particular. Y cómo no, el libro es una reconstrucción de los recuerdos, semejante, pero menos enciclopédico, al La misteriosa llama de la reina Loana, de Eco. Tan esencialmente idénticos que hasta ilustraciones tienen de los documentos a partir de los cuales se hace la reconstrucción de la historia de un país leproso de violencia. Pero de una diferencia abismal, acaso porque el uno es el mío y lo siento, y el otro es uno ajeno. El libro de Abad no es una gran obra maestra; yo habría esperado más, lo habría dejado madurar, llenaría los huecos, ahondaría los detalles, ficcionaría las casualidades e inundaría con más prosa los recovecos que hurgó Abad para probar sin duda, la autoría borgiana de los versos. Habría pintado a María Kodama como la Yoko de Lennon, perversa, obstaculizando la verdad para no revelar la torpeza académica que le impidió ver lo evidente. A Tenorio lo habría retratado, à lo Dickens, como un poeta grotesco… en fin, las críticas generalmente se reducen a “yo, que no fui capaz de escribirlo, habría escrito tu libro así y asá”. Todo para decir que el último texto de Abad es, si no una grande, sí una pequeña obra maestra, una joya.

sábado, marzo 13, 2010

¿Por qué y cómo universalizar la salud en Colombia?

La universalización es un concepto muy sencillo: si hay plata para matar guerrilleros, hay plata para sanar colombianos. ¿Dónde está ese dinero? Los eventos de los últimos días han mostrado que gran parte del presupuesto se queda pagando la burocracia de las EPS, o en los bolsillos de las empresas. La multa de Súper salud a Saludcoop: $627.000 millones por concepto de cuotas moderadoras, aportes parafiscales, descuentos de nuestros sueldos, etc., fueron a parar en otros negocios diferentes a la atención en salud. Si tenemos en cuenta que la deuda de Bogotá para con las EPS es de $350.000 millones, tenemos aquí un importante ingreso para subsanar tal déficit. Así pues, lo que pagamos sí genera suficiente ganancia para estos empresarios de la salud. Es de suponer que otras entidades habrán hecho lo mismo o fraudes similares, y que por tanto tendrán que devolver todo ese dinero mal usado. En resumen, plata hay. Pero quizás no alcance, ¿de dónde más la sacaremos? Es hora de que Colombia, representada por su Congreso, elegido mañana, penalize la evasión de impuestos. Las gabelas tributarias con las que Uribe ayuda a los grandes empresarios mientras los pequeños sufren para pagar aportes en salud y pensión. Para nadie es un secreto que la tan mentada “inversión extranjera” no genera más empleo, y sí condiciones laborales paupérrimas y persecución para los colombianos que exigen un cambio en dicha situación. Así mismo la reforma laboral de Uribe no produjo un solo puesto estable de trabajo. De manera que los “beneficios” tributarios no se están traduciendo en más y mejor empleo, ni en mejor calidad de vida para los colombianos. Hay pues, que acabarlas. También sabemos de las grandes empresas evaden: Bavaria evadió us$1000 millones disfrazando su venta como una fusión; Alpina está constituida como empresa en Panamá, un paraíso fiscal que le evita pagar al país millones de dólares en impuestos; sabemos que se usan testaferros para poner grandes propiedades a nombre de otros y reducir así el impuesto de renta. Este delito produce una muerte más grande que la de la guerrilla y los paras: la muerte lenta por hambre, desnutrición, mala salud, falta de educación y por tanto de oportunidades. La evasión de impuestos, por tanto, debe considerarse uno de los peores crímenes, y debe pagarse con la cárcel, como el secuestro, la rebelión armada y el paramilitarismo. pagar el 95% de impuestos es ilegal, aunque sería medianamente aceptable; pagar sólo el 20%, es un crimen gravísimo. Y es un crimen, además, porque de ese 20% pagado, los políticos se roban una cantidad para financiar sus corruptas campañas, convirtiendo esto en un círculo vicioso del cual no podremos escapar a menos que estemos todos los ciudadanos encima de ellos realizando una labor fiscalizadora, exigiendo lo que por derecho nos corresponde, y cumpliendo nuestros deberes constitucionales de participación democrática. Así pues, no es cierto que no haya para pagar la salud de todos los colombianos. Sí la hay, pero termina donde no debe. La reestructuración de hospitales, que aunque no “se cerraron”, según Uribe, si despidió a 250.000 médicos debe echarse para atrás. Hay que reabrir, y dotar a los hospitales públicos de los medios necesarios para tratar las enfermedades que nos aquejan, pero también para prevenirlas. Una población sana es una población apta para trabajar, para producir, para engrandecer el país. Una población enferma es la ruina.

Mañana sabremos qué medidas tomar con respecto a los decretos. Primero, seguramente quedarán muchos criminales (literalmente) del PIN, del ADN, de la U, de Alas y demás. Hay que tomar acciones concretas: exigir investigaciones, demandar. Con eso se pierde parte de la Coalición que apoya a los uribistas, defensores de los decretos de emergencia social. Sabiendo quiénes quedan en contra de estos decretos, podemos exigir la reforma al sistema de Salud: Universalización, como antes de la ley 100.

domingo, febrero 07, 2010

De políticos y Politiqueros

Dice la Wikipedia que la política, del griego πολιτικος (pronunciación figurada: politikós, «ciudadano», «civil», «relativo al ordenamiento de la ciudad»), es la actividad humana que tiende a gobernar o dirigir la acción del estado en beneficio de la sociedad. Es decir, cuando la comunidad busca el beneficio de la sociedad entera, está haciendo política. Lo demás es demagogia, cuando se busca beneficiar sólo a los pobres. O bien es oligarquía, cuando se busca beneficiar a un grupo de privilegiados. También puede ser tiranía, cuando se busca beneficiar a un solo miembro de la sociedad. Política y democracia, para los griegos, iban de la mano. En la actualidad en concepto se ha desvirtuado: por “políticos” se entiende un grupo de individuos que buscan su propio bienestar, a costa de los ciudadanos. Pero ateniéndonos a la definición clásica, dado que, por ejemplo, nosotros luchamos por el derecho a la salud y la salud nos beneficia a todos, estamos haciendo política, no politiquería. Salimos a marchar, dejamos de lado muchas actividades que nos benefician como individuos, para luchar por un ideal común: la salud. De esta forma debemos comprometernos más políticamente: no debemos elegir a aquellos representantes que sabemos que traicionarán esta petición, por lo demás justa y constitucional. No podemos ser más un tumulto de gente que elije despreocupadamente a los senadores, representantes, alcaldes, presidentes, sin saber si realmente están comprometidos con la defensa de los intereses de todos. Y hablo de todos: ricos, pobres, clase media, enfermos, sanos, blancos, negros, etc. Si, por ejemplo, un candidato afirma: “sólo los ricos pagarán salud” está siendo demagógico. Aun en países donde la salud es gratis, todos pagan los impuestos que la financian. De acuerdo a sus posibilidades, el Estado mismo devuelve después el dinero pagado por impuestos. Si alguien pone impuestos sólo a los pobres, está siendo “reaccionario”, pues se comporta como la clase aristocrática medieval, que obligaba a los campesinos a pagar con impuestos los lujos de la nobleza, mientras que estos y la Iglesia no pagaban un peso y si derrochaban sin medirse. Este hecho, como “daqto curioso” desencadenó la Revolución Francesa en 1789. Los impuestos a la clase media también son de este tipo: busca acabarla, y llevarnos a todos a la pobreza; en lugar de luchar para que más pobres mejoren su calidad de vida, desmejoran la calidad de vida de los que han logrado ascender en la escala social. Así pues, debemos ser conscientes de nuestra fuerza política, de que luchamos por el bienestar de todos, aun a pesar de que nos han enseñado que deberíamos estar rascándonos la barriga mientras vemos RCN. Hace unos minutos una candidata al congreso, Claudia Patricia Hurtado Lasso, dejó un mensaje en el grupo. Todos reaccionaron: que era del partido gobiernista “Alas, equipo Colombia”, que Araujo, su creador, estaba siendo investigado por paramilitarismo, que era oportunista… se asustó y borró su participación. Ese simple hecho, muestra cómo deben estar asustados lo politiqueros, pues los verdaderos políticos somos nosotros, cuando ven el crecimiento exponencial de este grupo faltando apenas un mes para las elecciones del congreso. Tenemos el poder de decidir quiénes van a estar sentados en el Senado y en la Cámara. No debemos dejar que suban aquellos que están en contra de nuestros intereses: salud, educación, vivienda y trabajo. No debemos elegir a aquellos patrocinados por grupos económicos que han demostrado una y otra vez estar en contra de nosotros, y a favor de sus intereses: los bancos, las EPS, los latifundistas y ganaderos, las multinacionales que han patrocinado la explotación de trabajadores colombianos y el desmejoramiento de nuestras condiciones laborales. De acuerdo con los último acontecimientos, los partidos gobiernistas llevan la peor parte: la U, Cambio Radical, Alas Equipo Colombia, Primero Colombia, tienen desde sus creadores y directivos investigados por paramilitarismo, y por cohecho para aprobar la primera reelección. pero no basta sabes estos nombres. Debemos saber qué han hecho ellos, qué proyectos contra nosotros apoyaron, no lo que prometen. Mi propuesta es simple: cada uno de nosotros puede buscar el pasado de uno sólo candidato en la página http://www.elecciones.com.co/, y ver si es investigado por algo, que proyectos aprobó, etc. Si somos 200.000 miembros de este grupo, y cada uno busca uno sólo, tendremos 200.000 datos para saber a qué atenernos. Esto es política, no simplemente insultar o decir “no voten por este o por aquel”.

domingo, enero 31, 2010

Manipulación de los medios II.

La reforma a la salud es impopular: afecta a los usuarios y a los médicos, y favorece a las corporaciones poderosas, como Saludcoop, la empresa número 18 en el listado de empresas con grandes ganancias económicas. De nuevo, el “Robin Hood gobiernista”: roba a los pobres para darle a los ricos. ¿Cómo enderezar este golpe a la imagen del Ejecutivo? Presentando, como dije antes, la reforma como atacando intereses de grupos económicos (tabacaleras, cervecerías, casinos). “Hay muchos críticos con intereses económicos”, titula El Espectador un artículo en el cual Diego Palacio defiende la reforma:

Veo tres tipos de críticos. Primero, aquellos que tienen algunas preocupaciones sinceras y a los que no hemos podido explicarles el alcance de las medidas. Pero hay dos críticos adicionales. Unos son los críticos por intereses económicos porque van a ser golpeados o controlados. Los laboratorios médicos están preocupados, al igual que la industria tabacalera y cervecera. Hay otros, que son críticos políticos. Por ejemplo, no puedo entender que los mismos que alabaron la sentencia de la Corte ahora digan que el Gobierno está loco. Me extrañó que la senadora Cecilia López dijera que si ella recibía el mismo plan del conductor pensaría en dejar de cotizar”.

El gobierno ha entorpecido las explicaciones: no hay difusión suficiente de los decretos, y fueron publicados como imágenes (archivo de imagen en PDF) lo que dificulta cortar y pegar los pasajes problemáticos. Por otro lado, presenta el movimiento de protesta como un intento político de atacar a Uribe. Esto hace que los partidarios del gobierno, aun sin entender la gravedad de las medidas, las apoyen por solidaridad ideológica con otras medidas del Ejecutivo. Por otro lado, en otro artículo en El Tiempo, se afirma 'Copago será para la clase alta, no para los estratos bajos', dice el Gobierno.

Esta afirmación es absurda y demagógica. La clase alta colombiana tiene medicina prepagada. No deberá hacer “copagos”, y en caso de hacerlo, y siguiendo la lógica de este sistema, ¡es injusto que las EPS les ayuden a pagar cuentas siendo de clase alta! Por supuesto, lo ideal es que un sistema universal de salud atienda a ricos y pobres por igual, y que se cobren más impuestos, que financien esto, a los que puedan pagarlos; esto sin pasar a pignorar pensiones, ni obligar a nadie a hacer préstamos. Finalmente, para “contentar” a la rama médica, se publican unos “borradores” de reglamentación donde se dice:

ARTÍCULO 1º. Los estándares adoptados de que tratan el parágrafo 1 del artículo 26 de la ley 1164 de 2007, adicionado por el artículo 23 del Decreto 131 de 2010, serán de obligatorio cumplimiento únicamente cuando la Academia Nacional de Medicina y la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas en el caso de los médicos y la Federación Odontológica Colombiana en el caso de los odontólogos, en ejercicio de su autonomía, así lo definan.

ARTÍCULO 2º. Para efectos de la aplicación de la sanción contenida en el literal e) del artículo 83 de las Ley 23 de 1981 y 79 de la Ley 35 de 1989, deberán configurarse los dos supuestos que darían lugar a la misma, estos son apartarse sin justificación aceptable de una recomendación incluida en un estándar obligatorio en los términos que se definen en el artículo primero del presente Decreto y que tal situación ocasione un daño económico al Sistema General de Seguridad Social en Salud. La inexistencia de uno de los supuestos no dará lugar a la responsabilidad ético disciplinaria ni a la imposición de la multa.

La diferencia entre estos borradores y los decretos es abismal: primero, son eso, borradores. Segundo, se publican en Word, lo que hace fácil su difusión, a diferencia de los primeros. Con esto, los defensores de la reforma tienen “argumentos” para demostrar que no son malas, y que las objeciones de los gremios médicos son “infundadas”. Nótese que para escribir este texto, he tenido que tomarme la molestia de transcribir del archivo de PDF los decretos, mientras que sólo corté y pegué los borradores. Es una asimetría que, repito, tiene como fin evitar la lectura de aquellos.

Los decretos de la emergencia social 2010 son absolutamente claros y diáfanos en sus disposiciones: de redefine el POS, dejando amparados solamente lo que llaman “procedimientos de baja complejidad”, es decir, enfermedades que no se tratan mediante costosos tratamientos. Todo aquello que queda fuera del POS, se llama ahora “prestaciones excepcionales en salud”, y al ser de media y alta complejidad, un “comité técnico” debe determinar si será o no tratada por la EPS. De serlo, el usuario, afiliado y demás, tendrá que pagar. ¿Cómo? Dejemos que el decreto 128 lo indique:

Artículo 15°- CAPACIDAD DE PAGO. La autorización de prestaciones excepcionales en salud que serán COFINANCIADAS por FONPRES procederá previa verificación de la CAPACIDAD REAL DE PAGO del afiliado, a partir de la cual se determinará si el solicitante O GRUPO FAMILIAR pueden costearlo en su totalidad, o la proporción que puedan asumirlo, teniendo en cuenta su nivel de ingreso y/o su capacidad patrimonial, entre otros criterios. ARTÍCULO 16°.- Facilidades de pago. El gobierno nacional reglamentará esquemas de financiación que puedan ser desarrollados e implementados por las entidades del sector financiero, cooperativo y cajas de compensación proporcionando a los afiliados al Sistema General de Seguridad social acceso a líneas de crédito que les permitan financiar las pretensiones excepcionales en salud, en lo que a ellos corresponda. Para cubrir las obligaciones derivadas de las prestaciones excepcionales en salud los afiliados también podrán utilizar parcial o totalmente el saldo sin comprometer, que mantengan en su cuenta individual de Cesantías, ya sea de manera directa o mediante su pignoración. Igualmente y para el mismo efecto, podrán disponer de los saldos acumulados en fondos o programas de pensiones voluntarias sin que pierdan los beneficios tributarios que la ley les reconoce.

En resumen: se pagará con el patrimonio que posea el enfermo o su familia, con sus cesantías y pensiones, y en caso de no pode hacer esto, con un crédito que “amablemente” le darán los bancos. No dejemos que el gobierno siga diciendo que la reforma consiste en “gravar con impuestos” para financiar la salud. La verdadera concertación consiste en eliminar los copagos, y continuar gravando a las grandes empresas.

viernes, enero 29, 2010

Emergencia Antisocial


El movimiento de rechazo a los decretos dictados durante la Emergencia Social en Colombia es poco menos que escalofriantes. El decreto 128 afirma que las personas afiliadas a las Entidades Prestadoras de Salud deben pagar con su patrimonio, o en caso de no tener suficiente, deben conseguir un préstamo de alguna entidad financiera. El decreto 131 afirma que si los médicos se salen de estos parámetros los multarían con 5 millones a 25 millones de pesos aproximadamente (U$ 2500 - U$ 12500). De manera arbitrara se quitan las tutelas, único mecanismo que ha dado algo de justicia social, pues obliga a las EPS a pagar tratamientos fuera del POS. Además, los decretos parecen redefinir el plan obligatorio de salud (POS), que pasa a estar integrado sólo por tratamientos médicos “de baja complejidad”. Es decir, ciertos tipos de cáncer, enfermedades respiratorias crónicas, diabetes, sordera, etc., al ser de alta o media complejidad, pasarían a ser “prestaciones excepcionales” en salud. Los tratamientos que no tengan base científica o que sean “experimentales”, tampoco serán cobijados por el POS. Por supuesto, cada entidad tendrá un comité técnico encargado de determinar cuándo un procedimiento es o no científico o experimental. El temor, fundado, de los colombianos de clase media, radica en el hecho de que tendrán que pagar, además del descuento de ley que sale directamente de su sueldo cuando se enfermen gravemente, deberán quedar (más) endeudados, y en la quiebra. El temor de los pobres es que no tendrán cómo pagar. El de los médicos consiste en la pérdida de su autonomía: no podrán formular drogas por fuera del POS. Este sistema así reformado es tremendamente similar al de los Estados Unidos, que Barak Obama está tratando de reformar. Si se mantiene, no tardaremos en ver más problemas de los que hay ahora con la ley 100 de 1993 (cuyo ponente ante el congreso fue Álvaro Uribe). Veremos más filas de gente en las salas de emergencias, sin poder ser atendidas debido a que no cotizan, y más gente endeudada y embargada por los bancos, quienes “amablemente” les prestaron para pagar, por ejemplo, un tratamiento de cáncer cervical. El documental de Michael MooreSicko, revela de dónde surgió esta idea en el país del norte: las grabaciones del Watergate –ordenadas para espiar a la oposición, pero que se volvieron contra él, revelan el momento histórico en que se le propone la idea a este presidente republicano: El 17 de febrero de 1971, a las 5: 23 p.m., se mantiene la siguiente conversación entre el asesor Ehrlichman y el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon:

Ehrlichman: Hemos limitado los problemas del vicepresidente en este asunto a una cosa, y esa es si debemos incluir a estas organizaciones de mantenimiento de la salud.

Nixon: Déjame preguntarte, tu sabes que no sé mucho sobre estos malditos programas de salud.

Ehrlichman: Esta es una empresa privada.

Nixon: Bien, eso me gusta.

Ehrlichman: Edgar Kaiser está usando su negocio “Permanente” para beneficio, y la razón por la que lo puede hacer, y me entrevisté con Edgar Kaiser y me dijo sobre esto, y me pareció algo profundo, es que todas sus iniciativas van hacia dar menos cuidados médicos, porque entre menos cuidado médico ofrezcan, más dinero ganan…

Nixon: ¡Magnífico!

Ehrlichman: … y los incentivos van de manera correcta.

Nixon: Nada mal.

Al día siguiente, el 18 de febrero de 1971, el presidente hace la siguiente declaración:

“Estoy proponiendo hoy una nueva estrategia nacional de salud. El propósito de este programa es simplemente este: quiero que EEUU tenga el mejor sistema de salud en el mundo. Y quiero que cada estadounidense pueda recibir ese cuidado cuando lo necesite” (Sicko, minuto 30 del documental).

Ahora bien, las comparaciones son odiosas. Pero no estoy insinuando que nuestro presidente Uribe se parezca a Nixon. No insinúo que tenga asesores con extraños y oscuros vínculos, ni que en su gobierno haya iniciado proyectos para favorecer a la empresa privada en detrimento de los ciudadanos, y mucho menos insinúo que es posible que haya tramado un plan para espiar a la oposición, ni a la rama judicial. No lo insinúo, lo afirmo con vehemencia.



Y si vemos las declaraciones del ministro de salud, que venden la nueva reforma como una manera de darle cobertura en salud a todos los colombianos, no puedo sino imaginarme que la conversación del día anterior fue como la que acabo de transcribir, solo que cambiando el nombre “Permanente” por Coopsalud, y el de Kaiser por Palacino:

“El Ministerio de la Protección asegura que los decretos de la emergencia social permitirán que todos los colombianos puedan acceder de manera equitativa y suficiente a todos los servicios de salud que necesiten, al tiempo que racionalizarán el manejo de los recursos del sistema” El Tiempo.

Recordemos que Palacino, investigado por la DIAN y la la Superintendencia de Salud, convirtió la salud, amparado en la ley 100, en un negocio que deja miles de ganancia, e implementó el sistema de empresarial llamado “integración vertical” (el que usan las petroleras) en el sistema de clínicas y hospitales de Colombia. En síntesis, estos decretos destrozarán la salud y el bolsillo del pueblo colombiano, mientras los de siempre saldrán beneficiados. Esperemos que el grito del 6 de febrero en la Paza de Bolívar sea “universalización del servicio de salud”, como era antes de la ley 100 de 1993.

P.S. Los colombianos de bien están convencidos de que los nuevos decretos mejorarán la salud. El 57% afirma esto en una encuesta de CM&. Por favor, voten por el NO, pues ya sabemos que las encuestas en este país tienen efecto de bola de nieve: en unas horas todo el mundo pensará que los decretos son maravillosos, y que los organizadores de la marcha somos terroristas.

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Los laberintos - Reflexiones sobre la filosofía de la periferia por Alfonso Cabanzo se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.