sábado, junio 16, 2007

¿La verdad o se atreve? Contra el lugar común.

Hay un nuevo escrito sobre un programa de televisión que nunca he visto, pero que consiste en que una persona se somete a responder unas preguntas, y la veracidad de sus palabras es comprobada mediante un polígrafo. Todos están aterrados porque varios participantes han revelado secretos impensables frente a sus familiares. Y la articulista en cuestión pone el dedo en la llaga: es escandaloso que una vendedora de seguros vaya a un Bar de intercambio de parejas, pero no es escandaloso que un padre diga que le da pereza ir a visitar a su hijo. Líneas más abajo dice algo como "la verdad es relativa". Bien, ¿qué es la relatividad? ¿Cómo se aplica esto a "la verdad". Se han escrito kilómetros de papel, y se han regado millones de litros de tinta sobre el asunto. Ya hace parte de los libros de texto la tan bendita frase. Y hay un argumento muy viejo que refuta este disparate, al cual pocas veces se le presta atención: "la verdad es relativa" sería una frase no relativa, sino absoluta, verdadera independientemente del contexto, luego es una frase abiertamente contradictoria:decir que todo es relativo es absurdo. Pero, ¿podría haber una interpretación menos trivial? Parecería, pero no.
La verdad es un fenómeno lingüístico: la correspondencia de una frase del lenguaje con el mundo. Así, la frase "está lloviendo" es verdadera siempre que corresponda con un hecho del mundo. En el momento que escribo, resulta que es cierta. ¿Qué es la relatividad? Un hecho (ya sea la producción de un enunciado, un suceso, o cualquier cosa que suceda en el mundo) A es relativo a uno B, cuando A no puede entenderse, comprenderse, o verificarse sin atender a una relación con B. ¿Qué es una relación? Una correspondencia entre dos elementos de un conjunto. Así, el libro se relaciona con el escritorio porque podemos decir que "El libro está sobre el escritorio". Es decir, hemos establecido una conexión entre uno de los elementos del conjunto "los libros" con uno de los elementos del conjunto "los escritorios". Ahora, decir que la frase es verdadera es simplemente decir que tal correlación se da en el mundo. Y decir que la frase es "relativa a", es justamente decir que esa correlación en el mundo, es relativa a otro hecho; debemos compararla con otro hecho. En este caso, una objeción a la verdad de la frase podría ser "si estuviéramos en el espacio, a infinidad de kilómetros de cualquier punto de referencia, ¿no podríamos decir que el escritorio está sobre el libro, dado que no hay gravedad? La verdad de la frase sería pues, relativa a un punto de referencia espacial. Tendríamos que decir algo como "desde el punto de vista de la tierra, en las coordenadas 4º45'49.48" Norte, 74º02'19.79" Oeste, elevación 2554 metros sobre el nivel del mar (cambié un poco las coordenadas para que no sepan exactamente dónde vivo, soy paranoico social), el sábado 16 de junio del 2007 a las 2:49 p.m., según el calendario occidental, el libro está sobre el escritorio". Ahora bien, ¿es necesario el reconocimiento de todos estos hechos adicionales para reconocer la verdad de la frase en cuestión? Técnicamente habría que suministrar una cantidad de datos indefinida para establecer el punto de referencia absoluto. Una cantidad tal (es decir, podríamos quedarnos indeterminadamente dando los datos necesarios) haría trivial la fijación de tal referencia. Lo cual hace que decir "la verdad es relativa" sea trivial. Precisamente porque fijar un punto de referencia para establecer la verdad de algunas proposiciones es imposible, la relatividad aquí se hace trivial, innecesaria, puesto que sabemos, sin necesidad de hacer explícito un contexto, o más datos, que el libro está sobre el escritorio; no hay necesidad de decir "en este contexto, el libro, etc.". Simplemente es verdad. En conclusión, afirmar que la verdad es relativa es, o bien contradictorio, o bien trivial. No hay pues, una forma seria de decir que la verdad es relativa. La "verdad" en ese sentido, es, primero más trivial de lo que parece, y en segundo lugar, más útil. Es decir, hay una cantidad de verdades establecidas, absolutas, en la medida en que enumerar una serie de hechos como referencia para que sean "verdaderas" es trivial o imposible, cuya atenta observación y aceptación sin objeciones pseudo filosóficas, pseudo científicas o 100% teológicas sería de gran ayuda para el desarrollo de la civilización humana en general. Las tablas de multiplicar son un excelente ejemplo. Que en este momento está lloviendo y debo sacar el paraguas si no quiero mojarme al salir a la calle, es otro ejemplo. El ejercicio cartesiano de dudar un poco para así estar seguros de que lo que sé, puede ayudarnos a identificar esas trivialidades tan útiles como indubitables; así como el sano escepticismo de los empiristas que ven en la experiencia una herramienta que nos provee, la mayoría de las veces, de verdades evidentes a las cuales hay que atender para no creer ciegamente edificios conceptuales hermosos pero irreales. Por último, pero no por ello menos importante, la actitud socrática, que enseña que es posible que estemos equivocados, que hay gente que sabe más que nosotros, pero que por sobre todas las cosas esas personas que andan opinando por ahí sin verguenza son por lo general las que más mienten sobre sus conocimientos, esa actitud es la que más nos ayudará frente a este relativismo malsano al cual ha llegado una sociedad donde la mínima reflexión seria y rigurosa es remplazada por la fe ciega, y donde la reflexión es considerada como signo inequívoco de locura. Así pues, buscar la verdad, tiende a convertirse hoy en día, en un ejercicio atrevido.

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Los laberintos - Reflexiones sobre la filosofía de la periferia por Alfonso Cabanzo se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.